Conforme pasa el tiempo, la mujer se va empoderando más, tanto emocionalmente como económicamente, sin embargo, esta segunda influye mucho en la discriminación y en la explotación que se vive todavía.
Desafortunadamente, la desigualdad laboral está aún muy vigente en nuestro días, miles de mexicanas acaban desempeñando trabajos no seguros y mal pagados, y siguen siendo una pequeña minoría en puestos directivos.
Otro punto a considerar es que el gran peso de las tareas del hogar recaen en las mujeres, por lo que suelen tener poco tiempo libre para aprovechar oportunidades económicas.
Y no se diga si son madres, socialmente, "el ojo" está puesto en ellas, las críticas llueven si llegan a tener un trabajo y a causa de ello desatender a los hijos.
Según cifras del Inegi, más de la mitad de las mujeres de 15 años o más que viven con su cónyuge o pareja no son activas económicamente, el 34% son activos los dos, el otro 12% no son ningunos de los dos, y sólo el 3% la mujer es la única activa económicamente.
Si bien, esta situación prevalece, el trabajo doméstico no remunerado y la crianza de los hijos es una actividad fundamental para el desarrollo integral del hogar, también es demasiado importante que la mujer tenga independencia económica.
El empoderamiento económico está relacionado con la eliminación de la violencia contra las mujeres, es muy necesario trabajar colectivamente para ir transformando y brindando oportunidades dignas de trabajo a todas las mexicanas.