Jóvenes de entre 17 y 23 años, adictos al cristal, utilizan el autosecuestro como una manera de obtener dinero para comprar la droga, pues en su mayoría no trabajan y el síndrome de abstinencia los lleva a estafar a sus propias familias, señaló el fiscal de la zona Centro, Carlos Mario Jiménez, durante la videoconferencia “Prevención de los delitos telefónicos y virtuales”, presentada ayer por Ficosec.
Pese a que este delito se ha generalizado en el estado, las autoridades sólo registran los reportes al momento de que los padres de familia piden ayuda al número de Emergencia 911 para el supuesto rescate de sus hijos.
En la ciudad se contabilizan 20 casos de autosecuestro de jóvenes entre enero y mayo, cuyos padres solicitaron ayuda a las autoridades para localizarlos, sin embargo, al momento de enterarse de que se trata de una farsa, deciden no interponer denuncia contra sus hijos.
De acuerdo a la información de la Fiscalía Zona Centro, la mayor parte de los menores que cometen este delito son hombres y consumen algún tipo de droga, principalmente cristal, y debido a que se trata de una sustancia altamente adictiva, quienes la consumen son capaces de delinquir para poder comprarla.
Los casos más comunes de autosecuestro son similares a los autorobos, que hacen muchas personas con la finalidad de cobrar un seguro, o bien engañar a su familia montando un delito inexistente, para lo cual piden ayuda de al menos otra persona.
Quienes desean ser “rescatados” se valen de la información que tienen de sus familiares, algunas veces esposas, padres o hermanos, y con anterioridad, estos delitos eran cometidos por adultos, incluso con alto nivel socioeconómico con la finalidad de que sus familiares más cercanos consiguieran una alta suma de dinero por un supuesto rescate.
Actualmente estos delitos han evolucionado, pues para cometerlos se utilizan no sólo llamadas a celulares, sino redes sociales por las que las personas (principalmente jóvenes), fingen ser un secuestrador, o formar parte de un grupo delictivo, exigiendo dinero a cambio de dejar en libertad a sus “víctimas”.
La población joven cada vez participa más en este delito, y en el caso de Chihuahua se ha detectado que la causa por la que lo cometen es la necesidad de comprar una droga, en especial el cristal.
Quienes llevan a cabo este delito, son jóvenes de clase media a alta, que hacen que un cómplice llama a sus padres, diciendo que tienen a su hija o hijo secuestrado, para lo cual la supuesta víctima habla o grita por el teléfono para hacerlo más real.
Los jóvenes que deciden hacer este tipo de actos para consumir drogas, oscilan entre los 18 y los 23 años, aunque se han detectado casos de menores de edad que también los llevan a cabo, en complicidad con compañeros de clase.
Las sumas de dinero que se piden en este tipo de secuestros son menores a las que se llegan a pedir por una persona de más edad, pues los jóvenes sólo desean obtener rápido cualquier cantidad que les alcance para comprar lo antes posible drogas, como consecuencia del síndrome de abstinencia.
De acuerdo al Centro de Integración Juvenil, el síndrome de abstinencia llega con más fuerza tras el consumo de ciertas drogas como el cristal, que es hasta 20 veces más fuerte que la cocaína, pero de igual manera es sumamente adictiva.
Quienes consumen cristal experimentan alucinaciones, sudoración, palpitación, temblores, pero también pueden llegar a sufrir infartos en caso de una sobredosis, o estados de salud delicados aun cuando se deje de consumir.
Además, el CIJ ha señalado que quienes están en el consumo de drogas se vuelven dependientes a tal grado de que llegan a delinquir si no tienen otra manera de conseguir dinero, y debido a que actualmente muchos jóvenes están inmersos en las adicciones, optan por chantajear a sus familiares.
Algunos de estos jóvenes optan por amenazar con irse de la casa, suicidarse, o ejercer algún otro tipo de manipulación, que en un grado extremo los lleva a fingir un secuestro.
Los padres de familia son quienes generalmente solicitan apoyo a los números de emergencia, pero en muchos de los casos acceden a hacer el depósito de dinero a cambio de la libertad de sus hijos, y cuando se enteran de que fue un autosecuestro deciden no interponer una denuncia y éste es el motivo por el que no existen carpetas de investigación.
Producto de la descomposición social: sicóloga
Marycarmen Ortiz, sicóloga familiar, señaló que el autosecuestro es reflejo de una verdadera descomposición social e individual, carente de los mínimos valores. “Este hecho delictivo va desde aquél que se autorroba, jóvenes que solicitan cantidades de dinero a sus padres para buscar venganza o solventar gastos extras, como las drogas”, puntualizó.
También indicó que cada vez es mayor la participación de menores de edad en eventos delictivos, y muchos de éstos tiene que ver con la nula comunicación que tienen con sus familiares más cercanos. “Cada vez a menor edad, vemos que no existe ni comunicación ni respeto hacia la figura materna o paterna, y de ahí parte lo demás, en casos, llegan a delinquir”.
La sicóloga señaló que muchos de quienes llevan a cabo el autosecuestro virtual no conocen otra forma de desenvolverse más que por medio del engaño, por lo que para ellos un delito llega a suponer incluso un “juego divertido”.
Agregó que es necesario fortalecer los lazos entre padres e hijos, abrir canales de comunicación para saber qué es lo que están haciendo estas nuevas generaciones, saber cómo orientarlas y enseñarles a vivir fuera de la vida delictiva.