LIMA. Francisco Sagasti, un ingeniero industrial de 76 años, asumió ayer el mando de Perú unos meses después de haber entrado a la política como legislador, una misión que pondrá a prueba su larga experiencia académica y de vida.
El centrista es el tercero en ocupar el cargo en ocho días de crisis política.
➡️ Mantente informado en nuestro canal de Google Noticias
“Juro por la patria y todos los peruanos que ejerceré el cargo de presidente”, declaró en una sesión plenaria del Congreso el ingeniero de 76 años, que deberá gobernar hasta el 28 de julio de 2021.
Es su discurso, pidió “perdón a nombre del Estado” a las familias de los dos manifestantes muertos el sábado, aparentemente a manos de la policía, en las protestas contra su efímero antecesor en la presidencia, Manuel Merino.
Sagasti tendrá por delante la tarea de desactivar el polvorín político sobre el que se encuentra el país, sacudido por fuertes protestas, y de encaminar una transición hasta julio del próximo año.
El nuevo jefe de Estado, elegido en enero legislador por el centrista Partido Morado, completará el mandato gubernamental hasta julio del 2021, el que incluye elecciones generales el 11 de abril.
Sagasti, quien se convirtió en el tercer presidente de Perú en ocho días tras una convulsionada semana de protestas, tiene un largo currículum con estudios de ingeniería industrial en la Universidad Nacional de Ingeniería y una maestría y doctorado en la Universidad de Penilvania.
La política ha sido muy destructiva y los diversos actores no hemos actuado como rivales, sino como enemigos irreconciliablesFrancisco Sagasti / Presidente
Ha sido consultor de organismos en ciencia y tecnología como el Banco Mundial y la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Latinoamérica (CEPAL) y la Organización de Estados Americanos (OEA), pero no ha estado en un gobierno y es un recién llegado a la política.
Sin embargo, participó, sin quererlo, en uno de los acontecimientos más recordados de la historia reciente del país, cuando fue uno de los cientos de rehenes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) en la residencia de la Embajada de Japón en Lima en el 1996.
Muchos criticaron que, durante el secuestro, Sagasti estableció un acercamiento con sus captores y hasta pidió un “autógrafo” a uno de los líderes rebeldes.
Sagasti no ha desmentido el hecho, pero explicó que fue en un contexto diferente antes de que fuera liberado y sin imaginar que los rebeldes iban a mantener 72 rehenes durante 126 días.