/ viernes 24 de noviembre de 2017

Gobernaré para todos: Zimbabue pone punto final a la era Mugabe

Robert Mugabe decidió hace unos días dimitir el poder como gobernante

El nuevo presidente de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa, puso este viernes punto final a 37 años de reino autoritario de Robert Mugabe, y prometió reactivar una economía arruinada y combatir la corrupción, al asumir el cargo ante decenas de miles de partidarios entusiastas.

"Yo, Emmerson Dambudzo Mnangagwa, juro que como presidente de la República de Zimbabue seré leal a Zimbabue y obedeceré, respaldaré y defenderé la Constitución y todas las otras leyes de Zimbabue", dijo, en ceremonia multitudinaria celebrada en la capital, Harare.

Los presidentes de Mozambique, Botsuana, Zambia y Namibia estaban presentes, pero no el sudafricano Jacob Zuma, que permaneció en Pretoria junto al angoleño Joao Lourenço.

A los 75 años, Mnangagwa toma las riendas de un país arruinado, tres días después de la histórica dimisión de Mugabe, de 93 años, hasta entonces el jefe de Estado en ejercicio más anciano del planeta, que fue obligado a dejar el cargo por el ejército, la calle y su propio partido.

Desde el alba, los habitantes de la capital acudieron a las puertas del National Sports Stadium para aclamar al nuevo jefe de Estado.

"Gracias a nuestros soldados", "El pueblo ha hablado", se podía leer en las pancartas desplegadas en el estadio.

En un país que sale arruinado de la era Mugabe, las expectativas de 16 de millones de zimbabuenses son inmensas. Pero hay dudas sobre la capacidad de Mnangagwa --cacique del régimen desde la independencia de Zimbabue en 1980, conocido como el "cocodrilo" por su despiadado carácter-- en romper con las viejas costumbres políticas del país.

Empleos contra la pobreza

"Vamos a crear empleos para nuestra juventud y reducir la pobreza" afirmó Mnangagwa. "Los actos de corrupción deben cesar de inmediato", añadió.

También anunció que compensaría a los granjeros blancos que fueron expulsados manu militari de sus propiedades al inicio de los años 2000. Esta reforma, emblemática de la era Mugabe, le valió al presidente saliente múltiples críticas y sanciones internacionales.

Mnangagwa se comprometió asimismo a proteger las inversiones extranjeras. "En el mundo global, ninguna nación puede ser una isla" explicó.

El nuevo jefe de Estado no dejó tampoco de rendir homenaje a su predecesor, "padre de la nación". "Aceptamos y reconocemos su inmensa contribución a la construcción" del país, dijo ante la muchedumbre.

Mugabe fue desbancado del poder tras una intervención del ejército, que se hizo con el control del país en la noche del 14 de noviembre, después de que Mugabe destituyera a Mnangagwa de su cargo de vicepresidente.

Había sido destituido por orden de la entonces primera dama, Grace Mugabe, que disputaba al vicepresidente la sucesión de su nonagenario marido.

Fue esta destitución lo que provocó la intervención del ejército, categóricamente opuesto a la llegada al poder de la incontrolable Grace Mugabe.

Tras resistir varios días, Mugabe renunció el martes, cuando se encontraba bajo la amenaza de un procedimiento de destitución lanzado por su propio partido.

Seguridad y bienestar

Mnangagwa habló el jueves con Mugabe y le garantizó a él y a su familia "máxima seguridad y bienestar", afirmó el diario gubernamental The Herald.

La prensa no dio más precisiones sobre el futuro de Mugabe.

"Ningún zimbabuense quiere que Mugabe sea encarcelado o ahorcado o linchado", dijo a la AFP uno de los ministros, Supa Mandiwanzira. "La gente quiere pasar página".

Según Amnistía Internacional, "decenas de miles de personas fueron torturadas, desaparecieron o murieron" durante la era de Mugabe.

Con una tasa de desempleo calculada en 90%, los zimbabuenses se resignan a tener pequeños trabajos en la economía informal. Otros emigraron, con frecuencia hacia el gigante vecino sudafricano.

De manera más amplia, Robert Mugabe deja una economía destruida por sus devastadoras reformas. La actividad es lenta, falta dinero y el espectro de la hiperinflación amenaza.

Por otra parte, el principal partido de oposición, el Movimiento para el Cambio Democrático (MDC), aboga por un gobierno de unión nacional hasta las próximas elecciones presidenciales previstas en 2018.

"Espero que el presidente Mnangagwa vaya a demostrar que el país ha cambiado de dirección", declaró el jueves a la AFP el jefe del MDC Morgan Tsvangirai. "Espero que evitará caer en la tentación de acaparar todo el poder".

/afa

El nuevo presidente de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa, puso este viernes punto final a 37 años de reino autoritario de Robert Mugabe, y prometió reactivar una economía arruinada y combatir la corrupción, al asumir el cargo ante decenas de miles de partidarios entusiastas.

"Yo, Emmerson Dambudzo Mnangagwa, juro que como presidente de la República de Zimbabue seré leal a Zimbabue y obedeceré, respaldaré y defenderé la Constitución y todas las otras leyes de Zimbabue", dijo, en ceremonia multitudinaria celebrada en la capital, Harare.

Los presidentes de Mozambique, Botsuana, Zambia y Namibia estaban presentes, pero no el sudafricano Jacob Zuma, que permaneció en Pretoria junto al angoleño Joao Lourenço.

A los 75 años, Mnangagwa toma las riendas de un país arruinado, tres días después de la histórica dimisión de Mugabe, de 93 años, hasta entonces el jefe de Estado en ejercicio más anciano del planeta, que fue obligado a dejar el cargo por el ejército, la calle y su propio partido.

Desde el alba, los habitantes de la capital acudieron a las puertas del National Sports Stadium para aclamar al nuevo jefe de Estado.

"Gracias a nuestros soldados", "El pueblo ha hablado", se podía leer en las pancartas desplegadas en el estadio.

En un país que sale arruinado de la era Mugabe, las expectativas de 16 de millones de zimbabuenses son inmensas. Pero hay dudas sobre la capacidad de Mnangagwa --cacique del régimen desde la independencia de Zimbabue en 1980, conocido como el "cocodrilo" por su despiadado carácter-- en romper con las viejas costumbres políticas del país.

Empleos contra la pobreza

"Vamos a crear empleos para nuestra juventud y reducir la pobreza" afirmó Mnangagwa. "Los actos de corrupción deben cesar de inmediato", añadió.

También anunció que compensaría a los granjeros blancos que fueron expulsados manu militari de sus propiedades al inicio de los años 2000. Esta reforma, emblemática de la era Mugabe, le valió al presidente saliente múltiples críticas y sanciones internacionales.

Mnangagwa se comprometió asimismo a proteger las inversiones extranjeras. "En el mundo global, ninguna nación puede ser una isla" explicó.

El nuevo jefe de Estado no dejó tampoco de rendir homenaje a su predecesor, "padre de la nación". "Aceptamos y reconocemos su inmensa contribución a la construcción" del país, dijo ante la muchedumbre.

Mugabe fue desbancado del poder tras una intervención del ejército, que se hizo con el control del país en la noche del 14 de noviembre, después de que Mugabe destituyera a Mnangagwa de su cargo de vicepresidente.

Había sido destituido por orden de la entonces primera dama, Grace Mugabe, que disputaba al vicepresidente la sucesión de su nonagenario marido.

Fue esta destitución lo que provocó la intervención del ejército, categóricamente opuesto a la llegada al poder de la incontrolable Grace Mugabe.

Tras resistir varios días, Mugabe renunció el martes, cuando se encontraba bajo la amenaza de un procedimiento de destitución lanzado por su propio partido.

Seguridad y bienestar

Mnangagwa habló el jueves con Mugabe y le garantizó a él y a su familia "máxima seguridad y bienestar", afirmó el diario gubernamental The Herald.

La prensa no dio más precisiones sobre el futuro de Mugabe.

"Ningún zimbabuense quiere que Mugabe sea encarcelado o ahorcado o linchado", dijo a la AFP uno de los ministros, Supa Mandiwanzira. "La gente quiere pasar página".

Según Amnistía Internacional, "decenas de miles de personas fueron torturadas, desaparecieron o murieron" durante la era de Mugabe.

Con una tasa de desempleo calculada en 90%, los zimbabuenses se resignan a tener pequeños trabajos en la economía informal. Otros emigraron, con frecuencia hacia el gigante vecino sudafricano.

De manera más amplia, Robert Mugabe deja una economía destruida por sus devastadoras reformas. La actividad es lenta, falta dinero y el espectro de la hiperinflación amenaza.

Por otra parte, el principal partido de oposición, el Movimiento para el Cambio Democrático (MDC), aboga por un gobierno de unión nacional hasta las próximas elecciones presidenciales previstas en 2018.

"Espero que el presidente Mnangagwa vaya a demostrar que el país ha cambiado de dirección", declaró el jueves a la AFP el jefe del MDC Morgan Tsvangirai. "Espero que evitará caer en la tentación de acaparar todo el poder".

/afa

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