Sigue la lucha para rescatar a Frida Sofía; ya se comunicó con rescatistas

Ricardo Holguín

  · miércoles 20 de septiembre de 2017

Entre la tragedia que se vive en el Colegio EnriqueRébsamen de Coapa, los puños de los rescatistas selevantan para pedir silencio e ingresan entre los escombros a unode los perros para llegar con una de las niñas que sigueatrapada tras más de 24 horas del temblor de 7.1 grados queazotó este 19 de septiembre.

El techo desplomado de la parte oeste de la escuela tiene untúnel abierto en donde personal del Ejército y Marinamantienen los puños en alto en señal de silencioabsoluto.

Uno a uno militares y civiles sujetan polines de madera querodean el techo colapsado.

Pero luego de arduas labores Frida Sofía logrócomunicarse con los rescatistas. Afirmó que sabe que cerca deella hay dos personas más aunque no sabe si aún convida.

Una de las profesoras del colegio ayudó a los brigadistas aidentificar la zona en la que la joven de entre 12 y 13 añosestá sepultada. Realizó un mapa para indicarles que puedeestar cerca de una mesa resistente y describió cómopueden llegar hasta ella.

Bebió agua por la mañana

Uno de los rescatistas ingresa y vuelve a pedir silencio, peroesta vez un helicóptero y un dron sobrevuelan, afectando elrescate. Se pudo llegar hasta la pequeña y darle un poco deagua.

Los rescatistas comienzan a acelerar los trabajos porque escuestión de vida y muerte. Aurelio Nuño, secretario deEducación, dijo que podría haber dos personas máscon vida.

“Ayúdenos aregresar con vida a nuestros hijos”  

Son más de 20 horas de rescate continuo. La escuela EnriqueRébsamen está copada de rescatistas del EjércitoMexicano, Marina Armada de México, Gendarmería, Cruz RojaMexicana y cientos de civiles que han hecho fila para relevar losesfuerzos de los que ya llevan horas encima de los escombros.

El patio principal de la escuela se mueve en un trajínorganizado. Hay cadenas humanas que sacan escombros, que repartencascos, comida baterías, cubre bocas y cortan polines demadera que sostienen la endeble estructura del techo delestacionamiento. Tres pisos se han venido abajo.

Los esfuerzos de rescate no se han detenido ni un solo momento,y mientras el chirrido de los esmeriles cortan vigas de acero,personal de la Comisión Nacional de Seguridad; psicólogosy especialistas, brindan "contención emocional" alos padres de familia cuyos hijos han fallecido en medio de losescombros.

 

NO HA CESADO EL RESCATE

La madrugada no impidió las labores de rescate. Son 5:17 dela mañana. Han pasado 24 horas del sismo de 7.1 grados quevolvió a sumir a la Ciudad de México en la pesadilla dehace 32 años y personal del Ejército mexicano, Marina,gendarmes federales, Protección Civil, Bomberos UNAM, CruzRoja, vecinos y personas que vinieron de distintas partes de lacapital suman manos que quitan escombros, que cortan vigas de aceroy que se trepan a la desplomada estructura del ColegioRébsamen.

El polvo se levanta fino, a cada corte de los polines quesoportan el techo desplomado de la escuela. Los rescatistasaseguran las partes que aún quedan sólidas para evitarque los tres pisos hundidos en una especie de acordeónterminen de desplomarse. Hay premura. Debajo aún quedancuerpos atrapados.

La urgencia por encontrar resquicios de acceso se refleja encada movimiento.

Bomberos UNAM y civiles lograron un túnel en el extremonorte de la escuela y piden a un “flaco” paracomenzar a avanzar a pasos milimétricos. Rubén Moreno seapresta. Es magro, de lentes y pequeño, pero con un valor quele hace meter medio cuerpo entre los escombros apenas sostenidospor trabes de madera.

Los vulcanos lo miran con respeto. Solo ven sus pantalones demezclilla azul y sus tenis cubiertos de polvo, el resto del cuerpoestá metido en un agujero imposible. Poco a poco Rubéncomienza a sacar restos de concreto, madera y lo que va encontrandoa su paso. Mario Bautista va detrás suyo. Tiene 30 años ytambién sabe que hay una niña de edad incierta queestá con vida, atrapada en una camioneta blanca en medio delderrumbe.

Rubén y Mario buscan vida, un mínimo sonido ogolpeteo, es lo único que distingue son los restos aplastadosde un auto azul. El espacio es mínimo, tienen que estar pechotierra sin levantar la cabeza.

Rubén y Mario forman un túnel que desemboca a pocosmetros de donde entraron. No escuchó nada, todo es silencio ypolvo dentro de los escombros. Afinan el oído, pero no haynada. Buscan cuerpos, lo que sea les dé indicios de cualquierhallazgo, pero no hay nada que les dé respuesta.

Ambos civiles salen del túnel cubierto de polvo:“¡Chinga! ¡Cómo no encontramos anadie!”. Se queja Rubén que viene desde la colonia Romapara ayudar en lo que pudo. Llegó a las 11 de la noche a laescuela destrozada, con un tanque de oxígeno y material decuración, y fueron su pase de entrada al túnel queél y Mario excavaron con sus propias manos.

AURELIO NUÑO ESTÁ EN LA ESCUELA

El secretario de Educación Pública, Aurelio NuñoMeyer, arribó a la escuela Enrique Rebsamen y fue informado delas cifras oficiales de las labores de rescate en la zona por eloficial mayor de la Marina Armada de México, AlmiranteJosé Luis Vergara Ibarra, quien confirmó la cifra de 25fallecidos: 21 de ellos niños y cuatro adultos.

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El almirante también informó que hasta el momento hansido rescatados con vida 11 menores y que existe la esperanza desalvar a una niña más que se presume permanece con vida,por lo que las labores de rescate se han centrado en ella.

Aurelio Nuño está en uno de los techos situados a uncostado de la entrada principal del colegio junto al mandocompuesto por Ejército y Marina representados por el almiranteJosé Luis Vergara Ibarra, así como por el generalSaúl Luna, jefe del Estado Mayor de la 18 Zona Militar enPachuca, Hidalgo.